La terapia gestáltica es una terapia fenomenológico-existencial fundada por Fritz y Laura Perls en la década de 1940. Una de sus características más notorias es que combina técnicas conversacionales (ej: escucha empática) y activas (ejercicios corporales, silla vacía, esculturas, etc).
Se encuadra dentro del Movimiento de la Psicología Humanista o de Desarrollo del Potencial Humano surgido en California siendo sus precursores Maslow, Watts y Rogers, entre otros, los que proponen un énfasis en los recursos de la persona, el desarrollo y la actualización de las potencialidades naturales del sujeto. De esto se desprende una visión no patologizadora del “cliente” lejana a los modelos psiquiátricos convencionales y que promueve una relación horizontal terapeuta-cliente, es decir, no desde una posición de saber, sino desde una mirada empática, interesada en conocer el modelo de mundo del otro.
En la terapia gestalt el cliente aprende a utilizar el 'darse cuenta' de sí mismo, como un organismo total que es. Aprende a confiar en sí mismo y de este modo obtiene el desarrollo óptimo de su personalidad, dándose soporte a sí mismo o autoapoyo.
En palabras de su fundador Frits Perls:
“La terapia gestáltica es una de las fuerzas rebeldes, humanistas y existenciales de la psicología que buscan detener la avalancha de fuerzas auto derrotantes y autodestructivas presentes en algunos miembros de nuestra sociedad (...). Nuestra meta como terapeutas es incrementar el potencial humano a través del proceso de integración. Hacemos esto apoyando los intereses, deseos y necesidades genuinos del individuo” (Perls, 1978, p. 11).